Algunos datos…
Hoy en día, 1 de cada 10 alumnos afirma ser víctima de acoso y un 7% dice sufrir acoso a través de Internet o el móvil en nuestro país.
La violencia contra la infancia es intolerable y está en nuestras manos educar a los niños y a las niñas en la no violencia, en una ciudadanía digital responsable y ética, y en la tolerancia ante la diversidad.
¿Qué es el “bullying o acoso entre iguales?
El acoso entre iguales es una conducta de hostigamiento, intimidación y persecución física y/o psicológica de uno o varios chicos o chicas contra otro. Se trata de acciones intencionadas, injustificadas y reiteradas.
¿Qué es el “ciberbullying” o ciberacoso?
Hablamos de ciberacoso (o ciberbullying) cuando detectamos conductas de maltrato y violencia psicológica en el escenario de relaciones interpersonales que se desarrollan utilizando las tecnologías de la información.
Nuestro papel y responsabilidad como padres…
Como padres, madres y familias debemos, necesariamente, replantearnos nuestra visión de este tema. En los últimos años hemos oído demasiadas veces expresiones de este tipo relacionadas con el acoso entre iguales. Hemos vivido una época en la que oíamos:-“Son cosas de niños, es mejor no meterse, tienen que aprender a resolverlo solos”. – “Esto siempre ha ocurrido y no pasa nada”. – “Estas cosas fortalecen, curten el carácter de quien las padece”. – “Son bromas, cosas de chicos, no pasa nada”.
¿Cómo puedo detectar si mi hijo o hija está siendo acosado?
Un niño o una niña que sufre acoso mostrará síntomas relacionados con situaciones de este tipo:
– No quiere ir al colegio, instituto o actividad extraescolar (expresa que no le gusta el colegio o instituto, pregunta si alguna vez hemos pensado en cambiarle de centro o si se podría cambiar próximamente…)
-Muestra tristeza, apatía.
-Tiene muchos cambios de humor.
– Muestra nerviosismo o angustia.
-Se muestra miedoso y desconfiado.
– Cada vez tiene menos relación con sus amigos y amigas.
– Manifiesta desinterés por aficiones habituales en su vida.
-Se aprecia un cambio en sus hábitos de comida, con falta o exceso de apetito (comer con y por ansiedad).
-Le cuesta mucho conciliar el sueño, se despierta por la noche y no consigue volver a dormir, o le cuesta mucho despertarse por la mañana y tiene sueño constantemente.
-Empieza a quejarse de diferentes tipos de dolencias (dolor de estómago, nauseas, dolor de cabeza o espalda…), especialmente si aparecen el domingo por la noche o a la vuelta de vacaciones escolares.
– Le cuesta mucho concentrarse cuando antes no le pasaba.
-Hay un descenso en las notas.
– Empieza a perder objetos o se le estropean muchas cosas, incluidos trabajos de clase.
– Su comportamiento ha cambiado, tiene conductas inapropiadas sin que detectemos una causa evidente.
– Lleva un tiempo en el que viene con moratones que no sabe justificar, está teniendo muchos accidentes (caídas, golpes contra objetos o muebles…).
– De repente casi no utiliza el móvil, la tablet o el ordenador, o cuando lo utiliza vemos que se altera, se enfada o entristece.
¿Qué debo hacer si mi hijo es víctima de acoso?
• Escucharle y creerle. Prestar atención a lo que me está contando sin opinar o juzgar. Demostrarle que tiene nuestro apoyo incondicional.
• Reforzar lo importante que es contar todo lo que ha pasado hasta el momento y reflexionar sobre todo lo que pueda ocurrir en adelante. Redactar los hechos ayuda a organizar la información y las ideas y facilita la posterior comunicación de todo lo ocurrido al centro escolar: (1) Ordenar los hechos y (2) Recopilar pruebas y evidencias.
• Reforzar la idea de que él o ella no merece estar sufriendo esa situación y que vamos a buscar una solución juntos (familia y colegio). Juntos podemos buscar alternativas de respuesta (no violenta) en caso de tener que relacionarse con la persona o personas agresoras.
• Ayudarle a identificar las cosas positivas que pasan y que le pasan a lo largo de cada día (este punto es especialmente importante ya que una situación de acoso hace que puedas llegar a centrarte únicamente en los aspectos negativos que tiene la vida y es necesario para el niño y también para la familia poder cambiar el foco de atención).
• Potenciar la autoestima, el respeto hacia sí mismo y la asertividad.
• Consultar a nuestro hijo o hija si le gustaría que buscáramos ayuda externa de un profesional especializado en este tipo de situaciones.
• Incluir a toda la familia: es una situación difícil para toda la familia. Los hermanos y hermanas también pueden recibir consecuencias si acuden al mismo colegio, el ambiente en casa les influye también. Por lo tanto, es importante que puedan participar de forma activa en la búsqueda de soluciones, en el apoyo a la persona que está sufriendo y sientan así, que tienen también un papel protagonista.
• Ayudarle a encontrar actividades en las que se sienta bien y buscar alternativas de ocio, algunas de ellas en familia para que pueda sentirse arropado.
• Ayudarle a objetivar y a concentrarse en sus objetivos (estudios, deportes, familia, amistades, aficiones…)
En situaciones de ciberacoso, también es posible:
– Denunciar en la red social o el videojuego (cada red social o videojuego tiene un “botón de denuncia” que permite que los responsables de dicha red social o juego puedan bloquear a la persona que no tiene un comportamiento adecuado).
– Bloquear a las personas que están desarrollando conductas agresivas.
– Acudir a la Policía Nacional, Guardia Civil o Policías Autonómicas en el caso de estar ante hechos posiblemente delictivos (sextorsión, difusión de imágenes comprometidas, pornografía infantil, web apaleador, happy slapping, violencia de género…)
¿Y con el centro educativo?
• Decidir conjuntamente los pasos a seguir en la comunicación de los hechos al centro educativo. Dejarle claro que es necesario que el colegio conozca lo que está ocurriendo y las consecuencias que están produciéndose.
• Identificar personas de apoyo en el colegio: compañeros, alumnos ayudantes, profesorado.
• Decidir cómo vamos a informar al centro. Para hacerlo adecuadamente disponemos de varias alternativas:
• Nuestro hijo o hija habla directamente con alguien de su confianza en el centro.
• Acompañamos a nuestro hijo o hija a comunicar al centro la situación. Procuramos escribir en un documento todo lo que conocemos, adecuadamente ordenado.
• Podemos remitir asimismo un correo electrónico exponiendo la situación, lo más detallada y ordenada posible, a efectos de dejar constancia de nuestra información y solicitud de intervención. Y ponernos a disposición del centro para aclarar presencialmente todo lo expuesto.
¿Qué debemos intentar evitar SIEMPRE?
• Quitar importancia a la agresión: “cosas así nos han pasado a todos”.
• Justificar la agresión: “es que no me extraña que te digan eso, haciendo lo que haces…”
• Culpabilizar a nuestro hijo: “si no sabes defenderte, no me extraña que abusen de ti”.
• Instarle a que devuelva la agresión con “la misma moneda…”
• Amenazar a nuestro hijo con expresiones del estilo “¡cómo me entere de que te han vuelto a pegar, y no te has defendido, te vas a enterar!”
• Procurar también no censurar ni descalificar inicialmente al presunto o presuntos agresores, amenazando incluso con adoptar medidas por nuestra cuenta.
La mejor respuesta, LA PREVENCIÓN
La parentalidad positiva implica atender las necesidades de nuestros hijos e hijas con respeto, desarrollando acciones que favorezcan su desarrollo integral, fortaleciendo el apego, la interacción lúdica, el buen trato y la comunicación.
Contribuir con nuestro modelo de educar y ejemplo a construir siempre desde el respeto y la empatía representa, sin lugar a dudas, el andamiaje básico para la prevención de actitudes y comportamientos donde la arrogancia, la superioridad, el desprecio y la violencia se convierten en mimbres esenciales de conductas que lastran de modo sensible la relación entre personas.
Los conflictos forman parte de la vida y son un momento único de aprendizaje. Para solucionar los conflictos de forma pacífica es imprescindible educar y potenciar en nuestros hijos e hijas la habilidad de expresar las ideas propias y vivencias de manera firme y con respeto, es decir, su habilidad expresarse asertivamente. Para ello debemos enseñarles a resolver los conflictos de forma pacífica:
• Identificar dónde radica el problema que ha generado el conflicto.
• Valorar de qué habilidades, capacidades y recursos disponemos para afrontarlo.
• Ayudar a nuestros hijos a plantear las diferentes formas de afrontarlo, facilitando y animando a que expresen sus propuestas de solución y contribuyendo respetuosamente con opciones o sugerencias alternativas, si procede.
• Ayudarles a valorar las distintas alternativas, analizando pros y contras, así como posibles riesgos y consecuencias.
La educación de las emociones y los sentimientos supone, asimismo, un reto de especial relevancia en nuestro papel como padres. Y una herramienta esencial para generar capacidad de afrontamiento, de respuesta eficiente ante posibles conflictos; y de resistencia ante las frustraciones y las dificultades.
Algunas recomendaciones en el uso de las TIC…
• Hemos de acompañarles en su vida online creando espacios para hablar sobre su huella en Internet, fomentando relaciones positivas y cuestionando aquellos comportamientos no respetuosos o inadecuados hacia las demás personas.
• Conocer qué les interesa en plataformas de video servirá para compartir sus intereses y conocer cuáles son las personas influyentes para nuestro hijo y qué mensajes les dan.
• En estos casos podemos convertirnos en sus primeros seguidores, fans o followers. Cuando nuestros hijos saben que su familia les “sigue” en sus redes sociales, son más cuidadosos y cuidadosas.
• Conocer qué juegos les interesan e incluso jugar con ellos, permite que podamos pasar tiempo juntos y que podamos buscar juegos adecuados a su desarrollo madurativo con contenidos saludables.
Conclusiones…
Los derechos de los niños y niñas, víctimas y agresores, deben ser garantizados. Los efectos negativos de la violencia no sólo afectan a los niños y niñas que sufren acoso y ciberacoso, sino también a los responsables y a quienes les rodean. La respuesta debe ser educativa y socializadora.
El trabajo de prevención de la violencia con los niños y niñas es la mejor manera de acabar con otras formas de violencia en la sociedad. La prevención pasa, en primer lugar, por la toma de conciencia de estas formas de violencia entre iguales. Hemos de educar a los niños y niñas en la no violencia, en una ciudadanía digital responsable y ética, y en la tolerancia ante la diversidad en todas sus manifestaciones (racial, sexual, funcional, de género…)
Y cuando la prevención falla, la detección temprana y eficaz del caso es esencial. La detección debe permitir identificar el acoso o ciberacoso diferenciándolo de un episodio puntual de violencia, y activar y poner en marcha los mecanismos de reacción apropiados y especialmente diseñados para combatir una situación de acoso.
Escuchar a los niños y las niñas y no poner en duda el relato que puedan hacer de una posible situación de acoso es también fundamental para que los niños y las niñas no pierdan la confianza en el adulto responsable.
La intervención debe asegurar el bienestar de todos los niños y niñas implicados. Debe ser inmediata y con actuaciones dirigidas a víctimas, agresores y al grupo del que forman parte. Así, deben asegurarse medidas de protección y cuidado para la víctima, y que las medidas que se tomen con el agresor estén enfocadas a la restauración de derechos de la víctima y la reeducación y toma de conciencia, y no centradas únicamente en un enfoque punitivo de castigo del agresor.
Bibliografía
Guía de actuación frente al acoso y el ciberacoso para padres y madres“ Yo a eso no juego”. Páginas 1 -71.
Autores/as: Silvia Allué Escur, Andrés Carmona, Duran, María Mira y Paula Velázquez Lemus